lunes, 23 de junio de 2014

Día del Corpus Christi en Talarrubias

Hacía años que yo no coincidía un día del Corpus Christi en Talarrubias. Aprovechando que ese día es festividad en Sevilla, viajé a mi pueblo para disfrutar de un hermoso "puente", con el añadido del buen tiempo de los últimos días de la primavera.


Unos fantásticos paseos en barco por el embalse de Puerto Peña, una ruta "National Geographics" por la Reserva Regional de Caza de Cijara, con la oportunidad de fotografiar grupos de gamos, algún ciervo, lagartos, culebras, abejarucos, garzas reales, etc. Un largo camino que siempre vale la pena, por la riqueza faunística y por los paisajes espectaculares que ofrece, especialmente cuando el embalse se abre en la zona de Valdecaballeros y se conjuga la inmensa extensión de agua con las islas de la antigua barca de Peloche y las moles cuarcíticas de la sierra de los Golondrinos y el Peñón del Morro.

Y, aunque el día del Corpus Christi corresponde al jueves que sigue al noveno domingo tras la primera luna llena de primavera, en muchos lugares se traslada la celebración al domingo de esa semana, como es el caso de Talarrubias. Un domingo en el que hay que madrugar si se quiere tener todo listo para la procesión: colocación de la decoración vegetal, de las figuras coloreadas de suelos y paredes, de mantones, las juncias y flores por el suelo, las mesas con la Biblia y las imágenes religiosas, las velas y candelabros... en fin, todo un artístico y bien perfumado entorno para el paso de la Custodia en procesión.

Día importante, de esos que "relucen más que el sol", día en el que se lucen las mejores galas. Esta festividad litúrgica fue instituida por el Papa Urbano IV en el año 1264, y hay ciudades donde se celebra muchísimo, engalanando casi todas las calles y llegando incluso a ser "fiesta de interés turístico".

Pero mis impresiones de este día no han cambiado desde que era un niño: el crotoreo de las cigüeñas, el olor de la juncia y el poleo, la luz y el colorido de la procesión, el ritmo potente de la orquesta acompañante, los "vergajos", "látigos" y "porras" hechos con las juncias... recuerdos que se agolpan al pasear por las calles de Talarrubias y observar a vecinas y vecinos laboriosos preparando el momento grande de la procesión, cuando la Custodia pase por su calle, por su puerta decorada con todo cariño y esmero. Es una mezcla de fe y de estética, donde lo sagrado y lo profano se hermanan para producir el prodigio del brillo de la festividad litúrgica que se acompaña con cánticos, rezos y bendiciones.

Es un poco como un viaje en el tiempo. Una tradición que continúa más allá de los cambios irreverentes de las últimas décadas. Momentos de devoción, de fe, de esperanza y -sobre todo- de alegría. Los niños muestran su inquieta actividad, se ven muchos trajes de comunión, se oyen carreras atropelladas y gritos infantiles. Sin duda, es un día grande, un día que hay que celebrar con la familia.

Van aquí algunas imágenes captadas por mi cámara. Incompletas, sin duda, pero que al menos servirán para reflejar la luz que "desde chico" pude ver en Talarrubias en este día tan especial. Una luz que perdura, que se muestra en los ojos de mis vecinos y vecinas que con tanto amor han decorado las calles de mi pueblo para preparar el paso del Cuerpo de Cristo.














































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