Los cambios de la naturaleza están marcados por los ciclos estacionales y los geo-biorritmos que regulan la manifestación de las energías telúricas. Hace apenas unos días que comenzó el verano, y ya se aprecian las características que señalan esta época: calor, vegetación más seca, mosquitos, presencia de lagartos y lagartijas, pájaros más esquivos...
Y nada mejor para empezar esta época que disfrutar de unos días en Jimera de Líbar, que ya tiene abierta al público la magnífica piscina municipal, un lujo inapreciable. Un paseo por la dehesa, mejor si es por la mañana temprano, llenará nuestros oídos de preciosos cantos de los abundantes pájaros, y también nuestro olfato de increíbles perfumes de flores y plantas que aún resisten los calores estivales.
La mole imponente de las sierras de El Palo y el pico Martín Gil pondrán el contrapunto al bosque de galería que bordea el río Guadiaro, creando un contraste magnífico de tamaño y colores.
Como siempre digo: senderismo en estado puro. Un paseo sin pretensiones deportivas, únicamente para el disfrute y el relax. Un paseo para dejar volar la mente, paseando también por el mundo del pensamiento y encontrando nuevas perspectivas sin el estrés urbano.
Buscar la sombra de algún árbol, sentarse sobre esas peridotitas que tan estratégicamente han colocado los cabreros junto a él, pasear la mirada por las faldas de la sierra, entre el cortijo de La Zapatera y El Chaparral. Allí arriba, a novecientos metros de altura, hay ruinas casi desconocidas, restos de murallas, de caminos, de plazas... otro de los misterios de la Sierra de Líbar.
Y las cuevas: Cueva de los Monteses, Sima del Chaparral, Cueva del Chapi... cada una de ellas con su historia y con su leyenda. Viejas y nuevas historias que hemos recogido, tal vez para contarlas algún día en este mismo blog.
Esta época, en la que tantos huyen a las playas, ofrece en las sierras unos particulares paraísos con aguas purísimas y frías, aguas cristalinas en muchos casos pobladas por pececitos que nos acompañan en las inmersiones. Relativamente cerca de Jimera de Líbar, en el río Genal, se encuentran algunos de estos santuarios del bañista. Apenas unos minutos de camino nos pueden llevar a parajes solitarios, vírgenes, con pozas de aguas clarísimas y agradables. En otra cuenca, la del río Guadiaro, el resurgente Gaduares, tras el su curso hipogeo, asoma sus frescuras en la boca de la Cueva del Gato. Un lago de ensueño, no apto para frioleros. Y también encontraremos otros lugares con esta oferta de "playitas" más o menos conocidas, aunque no tan cercanas: en Júzcar, en Zahara de la Sierra, en Igualeja, en Algatocín... Todo un entorno que servirá para hacer de estos meses calurosos una oportunidad de descanso y disfrute fluvial.
Amigo/a lector/a: muestro unas fotos realizadas este domingo, en el entorno que describo más arriba. Lástima que las imágenes no se acompañen de sonidos y perfumes...
Me ha encantado este paseo mientras tomaba un café; agradable forma de comenzar la mañana, exenta de las prospecciones acostumbradas sobre los derroteros del día...
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