Hace mucho tiempo encontré una frase escrita en un papel adherido al cristal de un coche. Una frase que me impactó, pues estaba escrita a mano y pegada en el interior del coche para ser leída por los viandantes, con la clara intención de transmitir un mensaje, escrita con letra clara y gruesa: "Procura, cuando hables, que tus palabras sean más bonitas que el silencio".
Esa frase me impresionó, y años después descubrí que un filósofo estoico, el Emperador Marco Aurelio, en su obra "Pensamientos" también había escrito: "Si realmente habláramos cuando es necesario, raramente despegaríamos los labios".
Estas frases sintetizan el valor del silencio y el valor de las palabras; denuncian la logorrea estéril y ensalzan la actitud de serenidad que debe acompañar toda comunicación humana.
Pero además de hablar por la boca a través de las palabras, los ojos también hablan a través de la mirada.
En un sentido romántico, escribió Becquer una hermosa poesía al respecto:
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada.
La expresión de los ojos representa el estado del alma. La fuerza de la mirada es la intensidad del pensamiento que se proyecta para apoyar la palabra, y a veces también para apoyar una actitud silenciosa, que también transmite un mensaje en ese lenguaje especial hoy redescubierto: el lenguaje de los gestos.
Los ojos hablan, los ojos dicen muchas cosas que los labios callan.
Las miradas expresan todo el espectro de los sentimientos y las emociones; hay miradas dulces, miradas rabiosas, miradas expectantes, miradas curiosas... A través de los ojos se puede expresar incertidumbre, seguridad, autoridad, miedo, terror, amor, deseo...
Es de almas grandes mirar a los ojos de los demás, frente a frente, sin esconder la mirada, sin titubeos. Una mirada firme es expresión de una mente segura y estable. Una mirada cambiante lo es una mente insegura, expresa desequilibrio, duda. Por eso, la idea común del hombre sabio está asociada a una mirada clara, mantenida, profunda, que atraviesa el alma. El hombre ignorante o vulgar, y más aún el malvado, esquivará la mirada directa, no querrá enfrentarse a unos ojos potentes que pondrán luz en los lúgubres rincones de su alma, descubriendo sus errores y miserias.
Es una nueva -y vieja- forma de comunicación, que hay que potenciar, enfrentando con claridad las miradas, dejando que fluya la corriente de ideas y sentimientos de la forma más natural. No hacerlo es signo de debilidad, de engaño, de disimulo. Es muy difícil poder mentir con los ojos; ellos son la ventana por la que se asoma el ser interior a este mundo, y también la ventana por la que entran los tesoros de luz que reflejan en el mundo visible los arquetipos y belleza de lo intangible.
Decía el filósofo Fernando Savater que "real" es aquello "que opone resistencia". Y el flujo que canaliza una comunicación visual, frente a frente, modifica las palabras, obliga a la sinceridad, cristaliza en autenticidad. Es una comunicación más real que aquella que simplemente "digiere" ideas percibidas por el oído o leídas en un papel o una pantalla.
Recuperar los códigos comunicativos naturales, como hacen los pájaros con sus cantos, las fieras con sus rugidos, las nubes con sus relámpagos y truenos... son distintos niveles de expresión de los reinos de la naturaleza. Y lo natural, en los seres humanos, es decir la verdad siempre; la mentira es una enfermedad del pensamiento. Lo natural es actuar y hablar con toda el alma, dejando que se exprese a través de los ojos esa luz que los "niños" pueden percibir; es -sobre todo- ser auténticos.
Es difícil transmitir estas ideas con imágenes fotográficas, pero sí podemos encontrar imágenes que reflejen la percepción del estado natural, y pensar que lo que el ojo capta del exterior de alguna manera ya está en el interior de la persona, codificado o formando parte del universo interior de las ideas, tan real como el de los sentimientos o las cosas. Imágenes que sugieren cosas, emociones, momentos... dejar que la imaginación juegue con su hermana menor, la fantasía, para ir conociendo un poco mejor este misterioso mundo en el que vivimos.
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Espirales, ciclicidad. Un camino natural. |
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Visión limitada de un mundo ilimitado. |
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Fuerzas naturales (1) |
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Fuerzas naturales (2) |
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Ternura animal |
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Concentración de armonía y belleza. |
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Dependencia |
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Juegos de luz sobre las nubes. |
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Marina. |
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El vestido del árbol. |
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Cuidados maternales. |
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Soledad y silencio en un claustro (1) |
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Soledad y silencio en un claustro (2) |
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Tensión mineral, vegetal y animal. |
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Reino Fungi (1) |
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Reino Fungi (2) |
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Tras la lluvia |
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Vigilando bajo la lluvia |
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Un paseo por Guadalupe |
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Rojo amapola |
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Máquina de volar. |
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Hábitat gatuno |
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Cazando abejas |
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Reino Fungi (3) |
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Entorno embellecido |
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Campanitas moteadas |
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Construcciones ancestrales |
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Alturas malagueñas |
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Fuerzas de fuego y agua |
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Cuerpos desechados |
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Agua y viento |
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Floración |
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Hélice |
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Juegos de roca |
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Libando |
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Rosa |
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Cardo |
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Mi casa, mi refugio |
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Flores de diseño |
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Resistencia y desgaste |
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Rosa |
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La ventana del artista. Cartuja de Cazalla. |
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Prohibido prohibir. |
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Corderos hambrientos |
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Parque en Santiago de Compostela |
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La base del hórreo |
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De paseo por la playa |
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Playa de Barreiros (Lugo) |
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Expresión humana del mármol |
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Mariposa emplumada |
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Retorcido en la soledad |
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Ventana en casa humilde |
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Los pétalos de la jara |
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Erguido se ve más lejos |
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Sujetando la vida |
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¡Qué ojazos tienes! |
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Mi inquilina |
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Luz del cielo abriéndose paso |
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Pétalos flotantes |
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Peonía en la Sierra de Juan Diego |
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Posado de mariposa |