Desde los preciosos copos de nieve que en silencio se deslizan por el aire, mecidos por el suave viento, hasta las impetuosas lluvias que se cuelan por todas partes aventadas por un Eolo enfurecido, todo es un juego de energías en movimiento, de dinámica belleza que no siempre comprendemos.
Las nubes cada día y en cada lugar se despiertan con nuevas formas y colores, reflejando tonalidades preciosas o bien ocultando las cosas con su manto translúcido, dando sombra o reflejando luces, moviéndose plácida o vertiginosamente.
Y las rocas, los terrenos, esculpidos por el paciente cincel del tiempo, acariciados por agua y viento, horadados por torrentes, pero siempre manifestando su naturaleza: dureza, color, composición...
Cúmulos ciclópeos de materia matriz, pesada y sólida, nutriente y estable. Cúmulos ciclópeos de agua, estática o dinámica, sólida, líquida o gaseosa, sangre del planeta que reparte vida por doquier.
La expresión "Madre Naturaleza" cobra todo su sentido y expresa en su maternal amor por todas las criaturas la belleza que irradia, la fascinación que produce en sus hijos, no siempre respetuosos con ella.
Las sierras, paisajes demoledores, impresionantes. Un éxtasis perpetuo y sutil que llega al alma. Una belleza perfecta.